Damos continuidad al estudio metódico del libro La Génesis, los Milagros y las Profecías según el Espiritismo, de Allan Kardec, cuya primera edición fue publicada el 6 de enero de 1868. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del presente texto.
Preguntas para debatir
A. De todas las Génesis antiguas, ¿cuál es la que más se aproxima a los datos modernos de la Ciencia?
B. Si la Biblia es de origen divino, ¿por qué contiene errores?
C. ¿Debe la religión avanzar con la Ciencia?
Texto condensado para la lectura
235. Papel de la ciencia en la Génesis – Indudablemente, no es posible que Dios, que es todo verdad, induzca a los hombres al error, ni consciente ni inconscientemente, pues de lo contrario no sería Dios. Entonces, si los hechos contradicen las palabras que le atribuyen, se debe concluir por lógica que Él no las pronunció, o que tales palabras fueron entendidas en sentido opuesto al que tienen.
236. Por respeto a los textos sagrados, ¿se debería obligar a la Ciencia a callarse? Eso sería algo tan imposible como impedir que la Tierra gire. Las religiones, cualesquiera que sean, jamás ganaron nada por sostener errores manifiestos. La Ciencia tiene por misión descubrir las leyes de la Naturaleza. Ahora bien, como esas leyes son obra de Dios, no pueden ser contrarias a las religiones que se basan en la verdad.
237. Si la religión se niega a avanzar con la Ciencia, ésta avanzará sola. Sólo las religiones estacionarias pueden temer a los descubrimientos de la Ciencia, los cuales resultan funestos para las que se distancian de las ideas progresistas, inmovilizándose en el absolutismo de sus creencias.
238. La Génesis se divide en dos partes: la historia de la formación del mundo material y la de la Humanidad considerada en su doble principio, corporal y espiritual. La Ciencia se ha limitado a la búsqueda de las leyes que rigen la materia. En el hombre mismo, sólo ha estudiado la envoltura carnal. Por ese lado, llegó a conocer, con exactitud, las partes principales del mecanismo del Universo y del organismo humano. Así, sobre este punto esencial, pudo completar la Génesis de Moisés y rectificar sus partes equivocadas.
239. Sucede que la historia del hombre, considerado como ser espiritual, se relaciona con un orden especial de ideas, que no son del dominio de la Ciencia propiamente dicha y, por ese motivo, no han sido objeto de sus investigaciones.
240. La Filosofía, a cuya competencia pertenece de manera más particular ese género de estudios, sólo ha formulado sistemas contradictorios sobre el punto en cuestión, que van desde la espiritualidad más pura hasta la negación del principio espiritual y de Dios mismo, sin otras bases que las ideas personales de sus autores. Ha dejado el asunto, pues, sin decisión por falta de comprobación suficiente.
241. Sin embargo, esa cuestión es la más importante para el hombre, porque implica el problema de su pasado y de su futuro. La del mundo material sólo le afecta indirectamente. Lo que le importa, sobre todo, es saber de dónde vino y hacia dónde va, si ya ha vivido y si vivirá después, y qué suerte le está reservada. Pero la Ciencia se omite en relación a este asunto.
242. Todas las religiones están de acuerdo en lo que respecta al principio de la existencia del alma, pero no lo demuestran. No lo están, sin embargo, en cuanto a su origen, ni en relación a su pasado y a su futuro, ni tampoco, y esto es lo esencial, en cuanto a las condiciones de las que depende su suerte futura. En su mayoría, ellas presentan un cuadro del futuro del alma y lo imponen a sus fieles, al cual sólo aceptan por la fe ciega, puesto que no puede soportar un análisis serio.
243. De estas divergencias en relación al futuro del hombre, nacieron la duda y la incredulidad. Sin embargo, la incredulidad da lugar a un penoso vacío. El hombre enfrenta con ansiedad lo desconocido donde fatalmente tiene que penetrar. Lo estremece la idea de la nada. Su conciencia le dice que más allá del presente algo está reservado para él. ¿Qué será? Su razón, con el desarrollo que ha alcanzado, ya no le permite admitir las historias que lo arrullaron en la infancia, ni aceptar la alegoría como realidad.
244. De allí viene la incertidumbre, y la incertidumbre sobre lo que concierne a la vida futura hace que el hombre se vuelque, envuelto en una especie de frenesí, sobre las cosas de la vida material. Ése es el efecto inevitable de las épocas de transición: se derrumba el edificio del pasado, sin que el del futuro haya sido construido todavía.
245. Hasta el presente, el estudio del principio espiritual, comprendido en la Metafísica, fue puramente especulativo y teórico. En el Espiritismo es totalmente experimental. Con la ayuda de la facultad mediúmnica más desarrollada en nuestros días y, sobre todo, generalizada y mejor estudiada, el hombre se encuentra en posesión de un nuevo instrumento de observación. La mediumnidad ha sido para el mundo espiritual, lo que el telescopio para el mundo astral y el microscopio para el de lo infinitamente pequeño.
246. La mediumnidad ha permitido explorar y estudiar, por así decirlo, de visu, las relaciones de aquél mundo con el mundo corporal; que en el hombre vivo se destaque al ser material del ser inteligente, y que se observe a los dos actuar separadamente. Una vez establecidas las relaciones con los habitantes del mundo espiritual, el hombre ha podido seguir al alma en su marcha ascendente, en sus migraciones, en sus transformaciones. Se ha podido, en fin, estudiar al elemento espiritual. He ahí lo que les faltaba a los anteriores estudiosos de la Génesis para comprenderla y rectificar los errores.
247. Al estar el mundo espiritual y el mundo material en contacto incesante, los dos son solidarios; ambos tienen su parte de acción en la Génesis. Sin el conocimiento de las leyes que rigen al primero, sería imposible construir una Génesis completa, así como a un escultor darle vida a una estatua.
248. Capítulo V – Antiguos y modernos sistemas del mundo – La primera idea que los hombres se formaron de la Tierra, del movimiento de los astros y de la constitución del Universo, debió haberse basado, en un comienzo, únicamente en lo que sus sentidos percibían. Al ignorar las más elementales leyes de la Física y las fuerzas de la Naturaleza, y al no disponer sino de la vista como medio de observación, sólo podían juzgar por las apariencias. Al ver aparecer al Sol en la mañana, por un lado del horizonte y desaparecer en la tarde, por el lado opuesto, concluyeron naturalmente que giraba alrededor de la Tierra, mientras ésta permanecía inmóvil. Si entonces les hubieran dicho que sucedía lo contrario, hubieran respondido que eso era imposible, objetando: - Vemos que el Sol cambia de lugar y no sentimos que la Tierra se mueva.
249. La corta extensión de los viajes, que en aquella época raras veces iban más allá de los límites de la tribu o del valle, no permitía comprobar la esfericidad de la Tierra. Además, ¿cómo suponer que la Tierra pudiese ser una esfera? En tal caso, los seres sólo hubiesen podido mantenerse en la parte más alta y, suponiéndola habitada en toda su superficie, ¿cómo podrían vivir en el hemisferio opuesto, con la cabeza hacia abajo y los pies arriba?
250. Aún menos posible les hubiera parecido esto con el movimiento de rotación. Si incluso en nuestros días, en que se conoce la ley de gravitación, se ve a personas relativamente ilustradas que no comprenden este fenómeno, ¿cómo nos asombramos de que los hombres de las primeras edades no lo hayan ni siquiera sospechado? Para ellos, pues, la Tierra era una superficie plana y circular, que se extendía hasta donde llegaba la vista en dirección horizontal. De allí la expresión que aún hoy se usa “ir hasta el fin del mundo”. Desconocían sus límites, su grosor, su interior, su cara inferior, lo que había debajo.
251. Por mostrarse bajo una forma cóncava, el cielo era considerado en la creencia vulgar como una bóveda real, cuyos bordes inferiores reposaban sobre la Tierra y marcaban sus confines; una amplia cúpula cuya capacidad estaba completamente llena de aire. Sin ninguna noción del espacio infinito, incapaces de concebirlo, los hombres imaginaban que esa bóveda estaba constituida por una materia sólida, de donde viene su denominación de firmamento, y que sobrevivió a la creencia, y significaba: firme, resistente (del latín firmamentum, derivado de firmus, y del griego herma, hermatos, firme, sostén, soporte, punto de apoyo).
252. Las estrellas, cuya naturaleza no podían sospechar, eran simples puntos luminosos, de diferente volumen, fijos en la bóveda como lámparas suspendidas, dispuestas sobre una única superficie y, por consiguiente, todas a la misma distancia de la Tierra, tal como se las ve en el interior de ciertas cúpulas, pintadas de azul, simulando el cielo. Si bien hoy las ideas son otras, el uso de las antiguas expresiones se ha conservado. Todavía se dice por comparación: la bóveda estrellada, bajo la cúpula del cielo.
Respuestas a las preguntas propuestas
A. De todas las Génesis antiguas, ¿cuál es la que más se aproxima a los datos modernos de la Ciencia?
La que más se aproxima a los datos científicos modernos, a pesar de los errores que contiene, es indudablemente la de Moisés. Pero obsérvese que algunos de esos errores son más aparentes que reales y provienen de la falsa interpretación atribuida a ciertas palabras, cuyo significado primitivo se perdió al pasar de lengua en lengua por la traducción o cuya acepción cambió con las costumbres de los pueblos, o sino porque derivan de la forma alegórica peculiar del estilo oriental que fue tomada al pie de la letra en vez de buscársele el espíritu. (La Génesis, cap. IV, ítems 5 y 6.)
B. Si la Biblia es de origen divino, ¿por qué contiene errores?
No hay revelación que pueda prevalecer sobre la autoridad de los hechos. Indudablemente, no es posible que Dios, que es todo verdad, induzca a los hombres al error, ni consciente ni inconscientemente, pues de lo contrario no sería Dios. Entonces, si los hechos contradicen las palabras que le atribuyen, se debe concluir por lógica que Él no las pronunció, o que tales palabras fueron entendidas en sentido opuesto al que tienen. Es allí donde reside la causa de los errores contenidos en la Biblia, como fue mencionado en la pregunta anterior. (La Génesis, cap. IV, ítems 7 y 8.)
C. ¿Debe la religión avanzar con la Ciencia?
Sí. Las religiones, cualesquiera que sean, jamás ganaron nada por sostener errores manifiestos. Si la religión se niega a avanzar con la Ciencia, ésta avanzará sola. Sólo las religiones estacionarias pueden temer a los descubrimientos de la Ciencia, los cuales resultan funestos para las que se distancian de las ideas progresistas, inmovilizándose en el absolutismo de sus creencias. Una religión que no estuviera, en ningún punto, en contradicción con las leyes de la Naturaleza, nada tendría que temer del progreso y sería invulnerable. (La Génesis, cap. IV, ítems 9 y 10.)