Los hijos problemas son
aquellos que
perjudicamos, les
desfiguramos el
carácter, envenenándoles
los sentimientos.
Es lo que nos enseña
Emmanuel (Espíritu), en
el cap. IV del libro
Leyes de Amor.
“Nadie huye a la ley de
la reencarnación.
(...)
Y, sean cuáles sean tus
obstáculos en la
familia, es preciso
reconocer que toda
construcción moral del
Reino de Dios, ante el
mundo, comienza en los
cimientos invisibles de
la lucha en casa.“
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Antes de la boda, hay
integración sublime
entre los prometidos.
Los diálogos asumen
singular encanto,
embalados en la melodía
del sueño.
Después de la boda, en
muchos casos, (...) “No
hay concesiones
recíprocas; no hay
tolerancia y, a veces,
ni mismo fraternidad. Y
se borra la belleza
luminosa del amor,
cuando los cónyuges
pierden la camaradería y
el gusto de conversar.”
“(...) raros conocen
que el hogar es
institución
esencialmente divina y
que se debe vivir,
dentro de sus puertas,
con todo el corazón y
con toda el alma.”12
¿Cómo interpretar esas
modificaciones?
Alcanzada la convivencia
en el hogar, surgen las
obligaciones del pasado.
Muchas dificultades
domésticas son traídas
de otras existencias.
En la familia se
reencuentran afectos y
desafectos para ajustes
y reajustes.
EL DIVORCIO
“(...) dejará el
hombre padre y madre, y
se unirá a su mujer,
haciéndose los dos una
sólo carne (...) De modo
que ya no son dos más,
sin embargo una sólo
carne. Por lo tanto, lo
que Dios juntó no lo
separe el hombre.”
Mt, 19: 5-6
Com todo, Jesús admitió
el divorcio em caso de
adulterio (Mt, 19:9).
“El divorcio es ley
humana que tiene por fin
separar legalmente lo
que ya está, de hecho,
separado. No es
contrario a la Ley de
Dios, pues sólo reforma
lo que los hombres
hicieron y sólo es
aplicable en los casos
en que no se tuvo en
cuenta la Ley divina.”
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El es admitido en último
caso, para evitar males
mayores.
Pero los Espíritus nos
alertan para las
responsabilidades que
asumimos en el
casamiento – de hecho,
concordando con las
orientaciones de Jesús a
Juana de Cusa, arriba
indicadas, que
recomiendan la renuncia,
para preservarlo:
“En cuanto al divorcio
(...) somos del parecer
no deba ser facilitado o
estimulado entre los
hombres, porque no
existen en la Tierra
uniones conyugales,
legalizadas o no, sin
vínculos graves en el
principio de la
responsabilidad asumida
en común.”14
EL CASAMIENTO EN LA
BIBLIA
“Lo que halla una
esposa, halla el bien, y
alcanzó la benevolencia
del Señor.”
Pv, 18:22.
“Los maridos deben amar
a sus mujeres como a sus
propios cuerpos. Quién
ama a su esposa, a sí
mismo se ama.” Paulo,
Ef, 5:28.
CASAMIENTO Y AMOR
“Solo lo que viene de
Dios es inmutable. Todo
lo que es obra de los
hombres está sujeto a
cambios.
(...) en la unión de los
sexos, al lado de la Ley
divina material, común a
todos los seres vivos,
hay otra Ley divina,
inmutable como todas las
Leyes de Dios,
exclusivamente moral: la
ley de amor. Quiso Dios
que los seres se unieran
no sólo por los lazos de
la carne, sino también
por los del alma, a fin
de que el afecto mutuo
de los esposos se
transmitiera a los
hijos, y que fueran dos,
y no solamente uno, a
amarlos, a cuidarlos y a
hacerlos progresar. ¿En
las condiciones
habituales de la boda,
la ley de amor es tenida
en consideración? De
modo ninguno. No se
tiene en cuenta el
afecto de dos seres que
se atraen uno para el
otro por sentimientos
recíprocos, ya que, en
la mayoría de las veces,
ese afecto es roto. Lo
que si busca no es la
satisfacción del
corazón, y sí la del
orgullo, de la vanidad,
de la codicia; en una
palabra: de todos los
intereses materiales.
(...)
Cuando Dios dijo: ‘No
seréis sino una sólo
carne’, y cuando Jesús
habló: ‘No separéis lo
que Dios unió’, esas
palabras deben ser
entendidas con
referencia a la unión
según la ley inmutable
de Dios, y no según la
ley mutable de los
hombres.”
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CONCLUSIÓN
Las parejas que se aman
desarrollan un lenguaje
propio: gestos, miradas,
sonrisas y guiños valen
por discursos. Traducen
pensamientos que
palabras no expresan.
Conducta que les da
alegría y paz. Sus
corazones se hallan
próximos – lo que les
favorece el diálogo
sereno y constante,
exponiendo, con
claridad, los propios
sentimientos.
Los que no se aman
cultivan tensiones, con
agresiones y gritos – lo
que revela que sus
corazones están
distantes uno del otro,
aunque próximos
físicamente. Factores
que les pueblan la vida
de tristeza e
infelicidad.
Los primeros suavizan
los dolores del camino y
construyen la felicidad
posible en este mundo.
Los últimos agravan las
dificultades naturales
de la vida.
En el hogar, cabe a la
pareja donar a los hijos
amor, educación, amparo
y ejemplos.
Deben dedicarse al
estudio del Evangelio,
para enseñarlos a orar y
a amar a Dios.
¡No comprendemos, aún,
en la Tierra, la
importancia de la
oración sincera, en
cualquier circunstancia,
sino que asume
extraordinario valor
entre las cuatro paredes
de un hogar!
Los cónyuges crecen,
cuando hay real
compromiso de uno para
con el otro y con las
tareas sagradas que
abrazaron en el hogar,
se invierten en la
relación; se hacen
concesiones mutuas; si
no guardan amarguras, ni
cultivan sentimientos de
venganza; se revelan
fraternidad,
compañerismo; se
comparten alegrías,
dolores, sueños y
realizaciones; se
expresan admiración y
apoyo recíprocos; si se
elogian, a solas o en
público.
Y la unión conyugal
cumple su finalidad –
que es la del
crecimiento de ambos y
el de aquellos que los
cercan – cuando se
sientan frente a frente
y se miran en los ojos.
El casamiento,
finalmente, es una
conversación a largo
plazo.
La vida a dos exige,
siempre, renuncia de
lado a lado. En
eventuales discordias,
alguien debe dar el
primer paso, romper el
hielo.
Requiere permanente
ejercicio de la
comprensión; de la
donación; del respeto
recíproco y las
individualidades, a las
inclinaciones, y a los
hábitos del otro;
fidelidad, paciencia, y,
sobre todo, el
cumplimiento de los
deberes, por menores que
sean.
El apoyo al otro, para
que expanda sus
potencialidades, sus
talentos,
desarrollándole la
autoestima, aproxima la
pareja.
En el casamiento el
ejercicio diurno del
amor, del cariño, de la
ternura, hace la
donación algo natural,
placentera y desarrolla
la comunión espiritual.
El amor debe ser mayor
que las dificultades.
Expresiones mágicas a
favor de la armonía:
erré; tú tienes razón;
te pido perdón; fui poco
delicado; te prometo que
cambiaré mi conducta.
¿Que tal comenzar hoy
mismo a usar estas
expresiones a favor de
la paz en el hogar?
Son factores que crean
una atmósfera acogedora
y transforman casas
(paredes) en hogares.
Referências:
1. DIAS DA SILVA, MA.
Quem Ama Não Adoece.
5. ed. São Paulo:
Editora Best Seller,
1994. p. 283.
2. XAVIER, F. Cândido.
Boa Nova. Pelo
Espírito Humberto de
Campos. 13 ed. Rio de
Janeiro: FEB, 1979.
Cap. 15, p. 99 a 104.
3. MCGAREY, Gladys y
William.
Revelaciones de Edgar
Cayce sobre el amor y la
familia.
Madrid: EDITORIAL EDAF,
S. A., 1989. Cap. 16, p.
245. Tradução livre, do
Espanhol.
4. XAVIER, Francisco C.
O Consolador.
Pelo Espírito Emmanuel.
7. ed. Rio de Janeiro:
FEB.1977. Q. 179.
5. XAVIER, Francisco C.
Nosso Lar. Pelo
Espírito André Luiz. 25.
ed. Rio de Janeiro: FEB,
1982. Cap. 38, p. 212.
6. XAVIER, Francisco C.
Vida e Sexo. Pelo
Espírito Emmanuel. 6.
ed. Rio de Janeiro: FEB,
1982. P. 60.
7. KARDEC, Allan. O
Livro dos Espíritos.
Trad. Evandro Noleto
Bezerra. 1ª edição
Comemorativa do
Centenário. Rio de
Janeiro: FEB, 2006. Q.
695; 701 e 939,
respectivamente.
8. KARDEC, Allan. O
Evangelho segundo o
Espiritismo. Trad.
Evandro Noleto Bezerra.
2. ed. Rio de Janeiro:
FEB, 2013. Cap. V, it.
4.
9. XAVIER, Francisco C.
Os Mensageiros.
Pelo Espírito André
Luiz. 12. ed. Rio de
Janeiro: FEB, 1980. Cap.
30, p. 160.
10. VIEIRA, Waldo.
Sol nas Almas. Pelo
Espírito André Luiz. 3.
ed. Uberaba: CEC, 1974.
Cap. 37, p. 111.
11. XAVIER, F. Cândido.
Luz no Lar. Pelo
Espírito Emmanuel. 7.
ed. Rio de Janeiro: FEB,
1991. Cap. 49, p. 124.
12. XAVIER, Francisco C.
Nosso Lar. Pelo
Espírito André Luiz. 25.
ed. Rio de Janeiro: FEB,
1982. Cap. 20, p. 112.
13. KARDEC, Allan. O
Evangelho segundo o
Espiritismo. Trad.
Evandro Noleto Bezerra.
2. ed. Rio de Janeiro:
FEB, 2013. Cap. 22, it.
5.
14. XAVIER,
Francisco C. Evolução
em dois Mundos. Pelo
Espírito André Luiz. 5.
ed. Rio de Janeiro: FEB,
1979. 2ª Parte, Cap. 8,
p. 186/7.
15. KARDEC, Allan. O
Evangelho segundo o
Espiritismo. Trad.
Evandro Noleto Bezerra.
2. ed. Rio de Janeiro:
FEB, 2013. Cap. 22, it.
2 e 3.
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