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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 9 - N° 410 - 19 de Abril de 2015

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

El Cisne Real
 

  

En un bello lago, jugaba una linda patita, divirtiéndose con sus hermanos. El día estaba lindo y el sol brillaba en lo alto.

Al alejarse de su mamá, ella les dijo:
 

- Jueguen bastante en el agua; pero tengan cuidado con aquellos bichos que no conozcan, hijos míos. ¡Pueden ser peligrosos!

- Está  bien, mamá. No te preocupes, yo cuidaré de ellos – afirmó la patita que era un poco mayor y que amaba mucho a sus hermanitos.
 

Así, atravesaron el pequeño pasto y llegaron al lago. Contentos, se lanzaron luego al agua fresca, a nadar divirtiéndose.

Pero aquel día, llegó a ese lugar un bello cisne real, orgulloso de su procedencia y de su belleza. Al ver a los patitos nadando, lleno de arrogancia, habló irritado:

- ¡¿Qué?!... ¿Voy a tener que compartir este lugar con estos patitos despreciables?

Y, hablando así, alzó sus bellas alas, nervioso, y las golpeó contra el agua, incapaz de aceptar tal humillación.

Doca, la patita, sacudió el agua de sus alas y respondió:

- Pues sepa, señor Cisne Real, que hace mucho tiempo que nos bañamos en este lago. Y usted, ¿quién es para reclamar así? ¿Acaso es el dueño del lago?

El Cisne Real, con expresión de desdén, miró para otro lado; luego se volteó, afirmando:

- Soy de familia noble, jovencita, y fui traído a esta propiedad para engalanar este lugar, donde solo existen aves como ustedes, ¡patos pobres y feos!

Y, al hablar, el Cisne levantaba sus bellas y grandes alas, exhibiéndose delante de los patitos.

Humillada, la patita Doca, escuchando las palabras del Cisne, bajó la cabecita, avergonzada de su pequeñez.

Y el Cisne, después de exhibirse delante de los patitos, salió a nadar, rebosante de frescura y arrogancia, mientras ellos lo miraban llenos de admiración.

En eso, observándolo a lo lejos, Doca notó que el lindo Cisne parecía estar en apuros; agitaba las grandes alas, pero no lograba salir del lugar.

Doca, dueña de un corazón bueno y generoso, preocupada por el Cisne, que no conocía aquel lago, nadó lo más rápido que pudo para ver lo que sucedía, seguida por sus hermanitos.

Al acercarse, Doca vio que el bello Cisne estaba atrapado entre las ramas que, debido a las fuertes lluvias que ocurrieron en aquel lugar, se habían quedado escondidas en el agua. Entonces, la patita se acercó, se sumergió y vio la rama donde el Cisne estaba atrapado. Pero ella sola no conseguiría liberarlo. Entonces, llamó a los patitos, sus hermanos, para que la ayudaran a retirar la rama que sujetaba al Cisne.

- ¡Tenemos que ser rápidos! – exclamó. – Cuanto más se mueve el Cisne, más se queda atrapado en las ramas. ¡Vengan! Les voy a mostrar como liberarlo.

Así, la patita Doca se sumergió, mostró a sus hermanitos lo que debían hacer, retirando las ramas hasta que el Cisne pudiera quedar libre.

De ese modo, en poco tiempo el bello Cisne estaba libre. Avergonzado, agradeció a Doca y sus hermanitos que lo habían liberado:
 

- ¡Les agradezco desde el fondo de mi corazón por la ayuda que ustedes me dieron! Y estoy avergonzado por las palabras ofensivas que les dije cuando nos encontramos por primera vez.

Doca, con carita tímida, respondió:

- No se preocupe, señor Cisne. Nosotros no nos sentimos ofendidos por sus palabras.

- ¡Pero no debí haberles dicho esas cosas horribles!

Doca movió su cabecita y, con generosidad, respondió:

- Pero usted, señor Cisne, es mucho mejor y más bonito que nosotros, ¡eso es un hecho! Nosotros lo admiramos mucho, ¿no es verdad, niños?

Los patitos movieron sus cabecitas, risueños y llenos de admiración, asintiendo.

El Cisne, ahora más humilde, con la cabeza gacha, reconoció:

- ¿Pero de qué me sirve mi belleza y mi orgullo, si pude haber muerto atrapado entre las simples ramas de los árboles, si no fuera por la ayuda que recibí de ustedes? Fueron muy eficientes en la ayuda que me dieron y les quedaré agradecido por el resto de mi vida.

El bello Cisne dejó de hablar, miró a cada uno de ellos y dijo, abriendo sus lindas alas:

- ¿Amigos? ¿Me perdonan?

Doca y los patitos corrieron para cobijarse bajo las lindas y enormes alas del Cisne, que los acogió con cariño.

- Señor Cisne, ¡estoy contenta de que seamos amigos de aquí en adelante! ¡Y, si nos necesita, cuente con nosotros!... – respondió Doca.

El lindo Cisne Real dijo, con tristeza:

- Cuando fui comprado y vine para acá, me quedé sin mi familia… ¡Ahora estoy solo en el mundo!... Me gustaría que me considerasen parte de su familia.

- ¡Claro! ¡Ahora seremos una sola familia! Venga con nosotros, Cisne. Vamos a presentarle a nuestra mamá. ¡Estoy segura de que ella lo recibirá con las alas abiertas!...

A partir de ese día, sentimientos de verdadera amistad y compañerismo nacieron entre la familia de los patitos y el lindo Cisne Real, que pasó a comprender que todos somos hijos de Dios y que nadie es mejor o peor que los demás. ¡Sólo somos diferentes!

MEIMEI

(Recibida por Célia X. de Camargo, el 16/03/2015.)

 


                                                                                   



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