WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco
 
Editorial Português Inglês    
Año 3 145 – 14 de Febrero del 2010


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

La mano que agrede es la misma que acaricia 

 
Examinando la idea bastante frecuente de que educar a los hijos es tarea muy difícil, un conocido psicólogo hizo, meses atrás, unas oportunas advertencias acerca de la importancia del cariño y del amor en la tarea de educación de los hijos y de construcción de un hogar que permita al niño hacerse un adulto capaz de actuar y vivir dignamente.

Recordando que, ante la obstinación y las travesuras de los hijos, muchos padres se descontrolan y parten para la agresividad, el psicólogo citado alerta que educar niños es, entre otras cosas, transformar impulsos salvajes en capacidad de afecto. “Cuando la sangre hierve, recomienda él, lo mejor es salir de escena y pedir al compañero más sobrio que asuma el mando de la situación.”

Esa tesis ha sido propuesta por terapeutas diversos con apoyo en investigaciones que comprueban que a un niño no se le debe golpear ni con una flor. El padre que busca domesticar y no educar piensa que su método es eficaz, pero las consecuencias futuras le mostrarán lo contrario, cuando descubra que los problemas venidos de su actitud son mayores de lo que la causa que diera motivo al castigo, sea el físico o moral.

Esa postura de los psicólogos modernos no difiere, en la esencia, de lo que nos enseña el Espiritismo. Dentro de una perspectiva espírita, advierte J. Herculano Pires, la educación no consiste sólo en la integración de las nuevas generaciones en la sociedad y en la cultura de su tiempo, sino es también el proceso de desarrollo de las potencialidades del ser en esta nueva existencia, con vistas a su futuro trascendente.

Toda persona trae consigo, en cada pasaje por el orbe, los resultados de su desarrollo anterior en existencias precedentes, los cuales comienzan a revelarse desde los primeros años de vida en sus tendencias y en el conjunto de las manifestaciones de su temperamento. Cabe a los padres y a los educadores observar esas señales y orientar su equilibrio, corrigiendo las deficiencias y las exageraciones en la medida de lo posible.

El niño no es un individuo nuevo, sino un ser reencarnado, alguien que volvió a la existencia terrena tras incontables pasajes por aquí, trayendo, por lo tanto, un vasto acervo de experiencias negativas y positivas en su mente de profundidad. El necesita, entonces, de alguien que le ampare y oriente, que lo proteja y eduque. Pero nadie educará persona alguna a no ser por el amor, porque, repitiendo aquí palabras de Herculano, sólo el amor educa, sólo la ternura hace que las almas crezcan en el bien.

La mano que agrede es la misma que arrulla, que cuida, que acaricia, pero, en sana conciencia, jamás debería ser instrumento de agresión.

 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita