Los caracteres de la
perfección y sus obstáculos
Presentamos en esta edición
el tema
nº
145
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿En qué consiste la
perfección humana, según las
enseñanzas de Jesús?
2. ¿Cuál es la virtud más
meritoria?
3. ¿Cuál es, de las dos
características de la
imperfección, la más grave?
4. ¿Hay diferencia entre
vicio y pasión?
5. ¿La educación puede
ejercer un papel importante
en el progreso moral del
individuo?
Texto para la lectura
Qué apego a las cosas
materiales es señal notoria
de inferioridad
1. Cuando se habla en
perfección humana, se piensa
en una perfección relativa y
no absoluta, porque
solamente Dios posee la
perfección infinita en todas
las cosas. Si fuera dado a
la criatura humana ser tan
perfecta como el Creador,
ella se haría igual a este,
lo que es obviamente
inadmisible.
2. La perfección humana
consiste, según las
enseñanzas de Jesús, en amar
a nuestros enemigos, en
hacer el bien a los que nos
odian, en orar por los que
nos persiguen, lo que deja
claro que la esencia de la
perfección es la caridad en
su más amplia acepción, ya
que implica la práctica de
todas las otras virtudes.
3. Evidentemente, según el
Espiritismo, toda virtud
tiene su mérito propio, por
cuanto indica progreso del
individuo en la senda del
bien. Hay virtud siempre que
resistimos voluntariamente
al impulso
al mal y a las malas
inclinaciones; pero, la
sublimidad de la virtud es
el sacrificio del interés
personal en beneficio del
prójimo, sin ningún
pensamiento oculto. La más
meritoria es la que se
asienta en la más
desinteresada caridad.
4. Se reconoce la
imperfección espiritual por
algunas señales. La más
grave de ellas es el interés
personal. De hecho, el
desinterés real, verdadero,
es algo tan raro en la
Tierra que, cuando se hace
patente, todos lo admiran
como si fuera un fenómeno.
5. El apego a las cosas
materiales constituye señal
notoria de inferioridad. Y
mientras más se aferra a los
bienes de este mundo, tanto
menos comprende el hombre su
destino. Con el desinterés,
al contrario, él demuestra
que encara de un punto más
elevado el futuro. Es, sin
embargo, indispensable no
confundir desinterés con
prodigalidad. Si el
desinterés es una virtud, la
prodigalidad irreflexiva
constituye siempre una falta
de juicio.
La pasión no es, en su
origen y en su esencia, un
mal
6. Hacerse un hombre de bien
es el primer paso para quien
desea alcanzar la
perfección, teniéndose en
cuenta que hombre de bien es
aquel que practica la ley de
justicia, amor y caridad en
su mayor pureza y usa
siempre de la comprensión y
de la misericordia para con
el prójimo.
7. El egoísmo, cual gusano
roedor, continúa siendo un
mal que se arrastra por
todas partes y del cual cada
persona es más o menos
víctima. Es preciso, pues,
combatirlo, como se combate
una enfermedad epidémica.
8. Además de combatir las
adicciones que posiblemente
aún presente, debe el
Espíritu imperfecto luchar
también contra cualquier
subyugación por las
pasiones.
9. En ese sentido, una
distinción entre adicción y
pasión se hace aquí
necesaria. Adicción es todo
lo que es contrario a la
virtud, como el egoísmo, el
orgullo, la vanidad, el
exhibicionismo, la ira, la
maledicencia, la hipocresía,
la avaricia, los celos, la
envidia, la pereza, además
de los hábitos que generan
dependencia física y
psíquica.
10. La pasión no es, en su
origen y en su esencia, un
mal, por cuanto el principio
que le da origen fue puesto
en el hombre para el bien y
puede llevarlo a la
realización de grandes
cosas. Las pasiones son como
un corcel, que sólo tiene
utilidad cuando es gobernado
y que se hace peligroso
cuando pasa a no ser
gobernado. El abuso de ellas
es, así pues, lo que causa
el mal.
La educación constituye la
llave del progreso moral
11. Las pasiones son
alabanzas que duplican las
fuerzas del hombre y lo
auxilian en la ejecución de
los designios de la
Providencia; pero el hombre
invigilante, en vez de
dirigirlas, permite que
ellas lo dirijan y cae de
ese modo en los excesos,
hecho que puede dañarlo,
porque se verifica entonces,
en último análisis, la
exageración de una necesidad
o de un sentimiento.
12. Combatiendo las
adicciones y no dejándose
dominar por las pasiones, el
individuo caminará de modo
firme en dirección a la
perfección, lo que,
evidentemente, no se
realizará de un momento para
otro.
13. Conocidas las causas e
identificado el mal a
combatir, el remedio se
presentará por sí mismo,
cabiendo a él tan solamente
destruirlo, si no
totalmente, al menos
parcialmente.
14. Podrá ser largo el
proceso, desde que numerosas
sean las causas, pero no
infinito. La cura, sin
embargo, sólo se obtendrá si
el mal es atacado en su
raíz, o sea, por la
educación, no por esa
especie de educación que se
preocupa tan solamente en
hacer a los hombres
instruidos, sino por la que
tiende a hacerlos hombres de
bien.
15. La educación
convenientemente entendida
constituye la llave del
progreso moral. Cuando se
conoce el arte de manejar
los caracteres, como se
conoce el arte de manejar
las inteligencias, se
conseguirá corregirlos, de
igual manera que se
enveredan las plantas
nuevas. Ese arte exige, sin
embargo, mucha, mucha
experiencia y profunda
observación.
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. ¿En qué consiste la
perfección humana, según las
enseñanzas de Jesús?
La perfección humana
consiste, según Jesús, en
amar nuestros enemigos, en
hacer el bien a los que nos
odian, en orar por los que
nos persiguen, lo que deja
claro que la esencia de la
perfección es la caridad en
su más amplia acepción, ya
que implica la práctica de
todas las otras virtudes.
2. ¿Cuál es la virtud más
meritoria?
Toda virtud tiene su mérito
propio, por cuanto indica
progreso del individuo en la
senda del bien, pero la más
meritoria es la que se
asienta en la más
desinteresada caridad.
3. ¿Cuál es, de las señales
características de la
imperfección, la más grave?
La más grave de esas señales
es el interés personal. El
apego a las cosas materiales
constituye señal notoria de
inferioridad.
4. ¿Hay diferencia entre
vicio y pasión?
Sí. Adicción es todo lo que
es contrario a la virtud,
como el egoísmo, el orgullo,
la vanidad, el
exhibicionismo, la ira, la
maledicencia, la hipocresía,
la avaricia, los celos, la
envidia, la pereza, además
de los hábitos que generan
dependencia física y
psíquica. La pasión no es,
en su origen
y en su esencia, un mal, por
cuanto el principio que le
da origen fue puesto en el
hombre para el bien. Las
pasiones son como un corcel,
que sólo tiene utilidad
cuando es gobernado y que se
hace peligroso cuando no es
gobernado. El abuso de ellas
es, así pues, lo que causa
el mal.
5. ¿la educación puede
ejercer un papel importante
en el progreso moral del
individuo?
Evidentemente. La educación
convenientemente entendida
constituye la llave del
progreso moral. Cuando se
conozca el arte de manejar
los caracteres, como se
conoce el arte de manejar
las inteligencias, se
conseguirá corregirlos, de
igual manera que se
enveredan las plantas
nuevas.
Bibliografia:
O Livro dos
Espíritos,
de Allan
Kardec, questões 893 a 896,
907, 908, 917 e 918.
O Evangelho
segundo o Espiritismo,
de Allan
Kardec, cap. XVII, itens 2,
3 e 8.
Religião dos
Espíritos,
de Emmanuel,
psicografado por Francisco
Cândido Xavier, p. 124.