La comunicación entre
los dos planos
En su libro Los
Muertos nos Hablan,
el Padre François Brune
afirma categóricamente
que podemos comunicarnos
con
aquellos que
llamamos muertos
Hemos recibido de varias
personas seguidoras de
otras corrientes
religiosas e-mails con
textos o mensajes que, a
pesar de que algunos
autores no lo admitan,
quieren “abrir nuetros
ojos” a la verdad,
verdad de ellos está
claro. Algunos buscan
realzar la cuestión de
los “milagros” como base
para sustentar que Dios
escogió su religión para
crearlos. ¿Eso no sería
un privilegio?
Primero queremos decir
que no serán los
milagros los que nos
harán convencer, ya que
no creemos en ellos.
Creemos, sí, que son
hechos naturales cuyas
leyes aún desconocemos,
que ocurren desde
tiempos primitivos, en
todos los lugares y a
cualquier persona. No
existe ningún privilegio
para quien quiera que
sea, ya que “Dios no
hace acepción de
personas”, y
principalmente porque,
como dice en el libro de
Sabiduría: 11,24:”Tu
amas todo lo que existe,
y no desprecias nada de
lo que creaste.
Si odiases alguna cosa,
no la habrías creado”.
Pero queremos realzar
uno de los puntos
fundamentales de la
Doctrina Espírita, sobre
todo por haber sido por
Él que ella se formó,
que es la comunicación
con los muertos y su
interferencia en el
mundo de los llamados
“vivos”.
El caso que vamos a
contar ahora no está
debidamente relatado de
como pasó, pues
infelizmente la memoria
no nos ha retenido todo
aquello que queremos,
pero es un hecho real y
relatado en reportajes
televisivos, poco tiempo
atrás.
Una pareja conmemorando
las bodas de oro (¿o
sería plata?), junto con
sus familiares y amigos,
estaba en una iglesia
participando de una misa
realizada como
agradecimiento a Dios
por la convivencia mutua
de los cónyuges hasta
aquella fecha, acto que
en los días de hoy,
dígase de paso, se
vuelve cada vez menos
frecuente, ya que la
separación se volvió una
rutina para muchas
parejas. Para guardar
aquel acontecimiento, la
bellísima ceremonia fue
filmada, visto que en el
futuro lo que ocurrió en
aquel día podría
perderse completamente.
En días posteriores,
todos los familiares se
juntaron para asistir a
lo que se grabó en
video-casete, pero nadie
había caído en cierto
detalle, hasta que, un
determinado día, uno de
los que asistían llamó
la atención de todos
hacia dos personas que,
al fondo de la Iglesia,
estaban yendo de un lado
hacia el otro.
Consiguieron identificar
a una de ellas. La
sorpresa fue general,
pues era la imagen de un
pariente que había
muerto, o sea, volvió al
mundo espiritual de
donde venía, asumiendo
su verdadera condición
de ser espiritual.
Si no hay ningún tipo de
comunicación con los
muertos, ¿qué sentido
tiene que los católicos
les oren y
les hagan
pedidos?
Alboroto muy grande, en
la época. La pareja
apareció en varios
canales de TV exhibiendo
la cinta, de la que
afirmaba categóricamente
reconocer, entre
aquellos dos que
atravesaban de un lado
para el otro la Iglesia,
uno de sus parientes
desencarnados. En
indeterminado canal de
TV, llamaron a
“especialistas” para
opinar sobre lo
ocurrido, y entre ellos
estaba un sacerdote
católico. Ese sacerdote
que se dice especialista
en parapsicología, en
verdad un reconocido
anti-espirita, dice que
todo era fruto de la
imaginación. Que había
sido el inconsciente de
las personas el que
había producido tal
cosa. Discúlpenos, pero
fue bueno ver a la
pareja saliendo por
encima de ese referido
sacerdote, el cual, si
no se contiene, tal vez
les estrangulase allí
delante de millones de
telespectadores.
El hecho es que el
sacerdote, travestido de
científico, no explicó
cómo el subconsciente
consigue producir la
imagen de una persona en
quien nadie estaría
pensando en aquel
momento, y que pasó a
tener vida propia para
caminar de un lado al
otro de la Iglesia.
Mientras, este mismo
padre acepta, sin
contestar, que aquellos
a los que los católicos
llaman santos aparecen a
los llamados de los
vivos. Citan la
aparición de varios de
ellos y en muchas
ocasiones, y así mismo
recurren a los anales de
la Iglesia para
comprobar tal
afirmación. Ahí
preguntamos: ¿Solo los
Espíritus de los
llamados santos
católicos se pueden
manifestar?
Ya que hablamos de
santos, podemos añadir:
si no hay ningún tipo de
comunicación con los
muertos, ¿qué sentido
tiene que los católicos
les recen y les hagan
peticiones? Es más:
¿Cómo esos santos
atienden sus peticiones
sin que haya una vía de
comunicación entre el
mundo espiritual y el
material? Como se ve,
podemos encontrar la
mayor prueba de que los
muertos se comunican
exactamente en aquello
en que ellos creen. Pero
no queremos quedarnos
sólo con esa prueba;
vamos ahora a recurrir a
la Biblia, libro dicho
sagrado que, según
creen, es la palabra de
Dios y todo lo que en
ella se cuenta no hay
error.
Analicemos los
siguientes pasajes:
1Sm 10,6: Y el espíritu
del Señor tomará cuenta
de ti, de modo que
entrarás en transe con
ellos, siendo
transformado en un otro
hombre.
Aquí percibimos
claramente el
acontecimiento de una
persona en trance (mediúmnico)
recibiendo la influencia
de un Espíritu. Ahora,
usted va a decir que se
trata de ¿“el” espíritu
y no “un” espíritu?
Según afirman varios
estudiosos de la Biblia,
cuando en griego no
aparece el artículo
definido es porque la
traducción correcta
debería ser de “un” y no
“el” como se acostumbra
a poner en algunas
traducciones bíblicas.
Además, preguntamos: ¿Si
fuese realmente el
espíritu de Dios,
“bajaría” en alguien?
Más adelante usted
entenderá porque ponemos
“bajar”.
Estar Saúl ahora
influenciado por un
Espíritu bueno, ahora
por un Espíritu malo, es
perfectamente aceptable;
¿es lo que realmente
pasa?
¿Será que existe un ser
humano con tanta
elevación para poder
recibir en su cuerpo la
influencia directa del
Creador? Puede ser que
alguien crea eso, pero
nosotros no, ya que no
conseguimos divisar a
Dios como el simple
Creador de la Tierra,
sino el Creador del
Universo infinito, del
que todavía no tenemos
capacidad de comprender
su magnitud.
1Sm 11,6: Cuando Saúl
oyó estas palabras, el
espíritu de Dios lo
invadió, y fue poseído
de violenta cólera.
Ese pasaje sirve para
comprobar que Dios no
influye en las personas
de la forma que los
espíritus hacen. Los que
aceptan eso deberán
admitir también que Dios
al influenciar a alguien
pueda hacer que la
persona se llene de
“violenta cólera”,
conforme lo narrado en
este pasaje.
Solo un fanático podrá
aceptar un absurdo como
ese.
1Sm 16,14-16.23: El
espíritu del Señor se
había retirado de Saúl y
cada vez más
frecuentemente lo
asaltaba un mal espíritu
de parte del Señor.
Entonces los cortesanos
de Saúl le dijeron:”Está
bien claro que el
espíritu malo de Dios te
asalta. Ordénanos
nuestro señor – a tus
siervos que estamos a
tus órdenes – que
busquemos a un hombre
que sepa tocar la
cítara. Cuando venga el
mal espíritu de Dios
sobre ti, él te va a
tocar con su mano y te
sentirás mejor”. Cuando
el mal espíritu de Dios
se apoderaba de Saúl,
David tomaba la cítara,
su mano se deslizaba por
las cuerdas y Saúl se
sentía aliviado y
mejoraba, y el espíritu
malo se apartaba de él.
Estar Saúl influenciado
ahora por un Espíritu
bueno (espíritu del
Señor), ahora por un
Espíritu malo (espíritu
malo de Dios), es
perfectamente aceptable,
es lo que realmente
pasa. No hay respuesta,
para aquellos que no
poseen espíritu
sectario, egoísmo
eclesiástico o
fanatizados por sus
líderes religiosos.
1Sm 19,9-10: Un día
un espíritu malo del
Señor bajó sobre Saúl;
él estaba sentado en
casa con la lanza en la
mano, mientras David
tocaba la cítara. En un
momento dada Saúl quiso
clavar con su lanza a
David en la pared, pero
David consiguió esquivar
y la lanza se clavó en
la pared.
David huyó, escapando
ileso.
1Sm 19, 19-24: Cuando
avisaron a Saúl que
David estaba en Naiote
de Ramá, envió
mensajeros para coger a
David. Estos, vieron a
la comunidad de
profetas, presidida por
Samuel, hablando en
trance profético.
Entonces el espíritu de
Dios bajó sobre los
mensajeros, los cuales
también entraron en
trance profético. Cuando
explicaron esto a Saúl,
mandó a otros
mensajeros, pero también
fueron tomados en trance
profético. Saúl todavía
mandó por tercera vez
otros mensajeros, que
también entraron en
trance. Entoces él mismo
se puso en camino hacia
Ramá. Cuando llegó a la
gran cisterna situada en
Soco, preguntó:” ¿Dónde
están Samuel y David?”
Alguien respondió:
“Están en Naiote de Ramá”.
Cuando se puso en camino
hacia allá, hacia Naiote
en Ramá, bajó sobre él
también el espíritu de
Dios, de modo que
durante todo el camino
antes de llegar a Naiote
de Ramá, estaba en
trance profético.
También él se quitó la
ropa y se puso en trance
delante de Samuel; cayó
en tierra y quedó
desnudo todo ese día y
toda la noche. Por eso
dicen:” ¿Entonces
también Saúl es del
número de los profetas?
Las pruebas más
incontestables de la
comunicación con los
muertos la encontramos,
una en el Antiguo y la
otra en el Nuevo
Testamento
Observemos las dos
narraciones sobre las
expresiones “un espíritu
malo del Señor bajó” y
“el espíritu de Dios
bajó”. Es así como se
suele hablar normalmente
cuando, no conociendo el
fenómeno mediúmnico, las
personas dicen: “el
espíritu bajó” en
fulano, al ver que está
bajo la influencia de un
Espíritu.
¿Cuál es la diferencia?
Las dos pruebas más
incontestables de la
comunicación con los
muertos las vamos a
encontrar, una en el
Antiguo Testamento y la
otra en el Nuevo
Testamento.
La primera es vieja
conocida de nuestros
adversarios que quieren
de todas las maneras
buscar otra
interpretación en ella,
de modo que no quede en
evidencia el hecho de
que hubo una
comunicación con el
Espíritu de una persona
que ya había fallecido.
Está narrado en 1 Samuel
28, que vamos a resumir:
Saúl cercado por los
filisteos, queriendo
saber lo que iba a
suceder al pueblo en
caso de la guerra contra
ellos, busca a una
pitonisa de Endor para
que le adivine lo que
estaría a punto de
suceder en el futuro.
Pide a la médium, en
este caso es una mujer,
para que evoque al
Espíritu de Samuel, para
que él le pueda
consultar al respecto de
lo que le afligía. El
Espíritu de Samuel
aparece e, incorporado,
o sea, después de
“bajar” en la médium,
dice a Saúl que moriría
en aquella guerra, lo
que de hecho acabó
sucediendo.
En la que encontramos en
el Nuevo Testamento,
debemos realzar que el
hecho ocurre, nada más y
nada menos, con Jesús.
En una ocasión, Él,
acompañado de Pedro,
Santiago y Juan, sube al
Monte Tabor, y allá se
trasfigura y se le
aparecen los Espíritus
de Moisés y Elías que
hablan con Él /Mt
17,1-9). No hay manera
de conseguir ver una
cosa más clara que esa.
Repetimos, solamente los
fanáticos son los que no
ven, o no quieren ver.
Podríamos poner varias
investigaciones sobre la
comunicación de los
muertos, hechas por
personas idóneas y de
reconocido saber
científico. Pero no las
pondremos por dos
motivos. El primero
porque ciertas cosas, a
pesar de ser hechos
reales, no necesitan de
comprobación, incluso
porque en algunas
situaciones las
condiciones de las
pruebas son muy
difíciles, a ejemplo de
la creencia en Dios,
cuya existencia hasta
hoy nadie consigue
probar, a pesar de que
todos la aceptan
calladamente. El segundo
porque los actuales
dueños de la verdad, que
al menos se proponen
hacer la investigación
con el mismo rigor
científico de esos
investigadores, van a
decir: las condiciones
de la época… Freud aún
no había sacado la
hipótesis del
inconsciente etc. Es
más, se habla de tal
hipótesis del
inconsciente pero nunca
nadie probó su
existencia, como y en
qué condiciones ese
inconsciente produce los
hechos a ella
atribuidos.
Vamos a hablar de
testimonios de personas
que no pertenecen a las
huestes espíritas, para
que no digan que estamos
arrimando el “ascua a
nuestra sardina”.
De nuevo citaremos dos
casos.
En el libro El Más
Allá Existe, Lino
Sardos Albertini relata
el caso de la
comunicación que tuvo
con su
hijo ya
desencarnado
El primero de ellos está
relatado en el libro
El Más Allá Existe,
donde el autor delata el
caso de la comunicación
que tuvo con su hijo ya
desencarnado. El autor
se llama Lino Sardos
Albertini, de cuya
biografía extraemos
estos datos. Abogado,
profesional liberal,
ejerce su actividad en
Trieste, donde reside en
la Rua Piccardi, 43. Fue
presidente de la
Academia de Estudios
Jurídicos y Económicos
“Cenáculo Triestino” y
presidente de la Junta
Diocesana de Acción
católica de Trieste. Fue
– y tal vez aún lo sea –
vicepresidente nacional
de la Unión Paneuropea
Italiana y presidente
del Arqueoclub de
Trieste.
Es autor de varios
ensayos. En la
contratapa dice:
“Este libro es la
crónica de un diálogo no
común, entre dos
diferentes dimensiones,
entre el aquí y el allí,
entre el padre que llama
y un hijo, muerto en
circunstancias
dramáticas que responde.
El diálogo ocurre a
través de una sensitiva
que categóricamente
excluye cualquier
recompensa y se niega al
desarrollo de una
actividad pública”.
“Ella practica un tipo
de escritura automática
por medio de la cual
desenmaraña el hilo que
mantiene unidos al
abogado con su hijo,
André”
“Crítico e incrédulo en
el principio, Lino
Sardos Albertini tuvo
que resignarse a los
hechos inexplicables que
André explicaba, la
severa lógica de las
respuestas, a su
conciencia. Es
extraordinaria la manera
de transmitir sus
mensajes”.
“Envolvente como un
romance, impregnado –
como una situación
dolorosa – de fe y
esperanza, este libro ha
de inducir a sus
lectores a una
meditación profunda”. /Albertini,
1989, contratapa.)
El libro del que
disponemos fue traducido
de la 12ª edición
italiana (¿un
best-seller?), por una
editora de orientación
estrictamente católica
que es “Ediciones
Loyola”, pero
infelizmente, cuando se
dieron cuenta de lo que
realmente habían
editado, no se publicó
ya ninguna nueva
edición. Así, la verdad
fue a parar una vez más,
bajo el tapete.
El segundo libro es más
interesante porque su
autor es un sacerdote
católico. Su nombre es
Padre François Brune,
del cual se dice:
El Padre François
Charles Antoine Brune es
especialista en latín,
griego y filosofía.
Cursó seis años de
“Grand Seminaire”,
siendo cinco en el
Instituto Católico de
París y uno en la
Universidad de Tubingen.
Tiene cinco años de
curso superior de latín
y griego por la
Universidad de la
Sorbona. Estudió las
lenguas
asirio-babilónicas,
hebreo y jeroglíficos
egipcios. Fue licenciado
en Teología por el
Instituto Católico de
París en 1960, y en
Escritura Sagrada, por
el Instituto Bíblico de
Roma, en 1964. Fue
profesor en diversos
“Seminarios” durante
siete años. Estudió la
tradición de los
Cristianos de Oriente y
se dedicó a los estudios
de los fenómenos
paranormales.
(BRUNE, 1991, oreja de
la contratapa).
La muerte es apenas un
pasaje. Nuestra vida
continúa,
sin
interrupción, hasta el
fin de los tiempos
Según tenemos noticias,
el Padre Brune es el
representante del
Vaticano para asuntos de
Transcomunicación
Instrumental
(Comunicación de los
muertos por aparatos
electrónicos).
En su libro, después de
afirmar categóricamente,
que “El después de la
vida existe y nos
podemos comunicar con
los que llamamos
muertos” (BRUNE, 1991,
p. 15), el Padre
François Brune remata
diciendo:
Escribí este libro para
intentar derrumbar el
espeso muro del
silencio, de la
incomprensión, del
ostracismo, construido
por la mayor parte de
los mejores
intelectuales de
occidente. Para ellos,
disertar sobre la
eternidad es tolerable,
decir que se puede
entrar en comunicación
con ella es considerado
como insoportable.
[…]
Tomen este libro como un
itinerario. Abandonen,
todo lo posible, sus
ideas preconcebidas. No
tengan miedo, si este
libro no los trasforma,
luego se darán cuenta.
En todo caso lean esta
obra como la historia de
un descubrimiento
fabuloso y verdadero.
Entonces
progresivamente,
surgirán esas verdades
esenciales que se
volverán, así lo deseo,
en materia de sus vidas.
La muerte es apenas un
pasaje. Nuestra vida
continúa, sin ninguna
interrupción, hasta el
fin de los tiempos.
Llevaremos creo, más
allá de nuestra
personalidad, nuestros
recuerdos, nuestro
carácter.
(BRUNE, 1991, p. 15-17.)
Queda ahí a modo de
título de conclusión del
Padre Brune, cuyo
contenido sugerimos para
la reflexión de los que
intentan decir que todo
en el Espiritismo es
superstición, fruto de
la imaginación o cosa
que se le parezca.
Referências
bibliográficas:
BRUNE, F.
Os Mortos nos Falam.
Sobradinho, DF: Edicel,
1991.
ALBERTINI, L. S. O
Além Existe. São
Paulo: Loyola, 1989
Bíblia
Sagrada – 8ª ed.
Petrópolis, RJ: Vozes,
1989.
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