La mocedad y los
desafíos
de la
actualidad
Debemos al
Espiritismo la
importante
noticia de que
nuestras
existencias
hacen parte de
un largo
proceso, en que
pasado, presente
y futuro se
presentan
entrelazados,
como eslabones
de una misma
cadena.
Es natural, por
lo tanto, que
los jóvenes de
hoy revelen un
idealismo, una
fuerza de
voluntad, una
búsqueda de
cambios que las
personas de edad
más avanzada
generalmente no
muestran,
observadas,
evidentemente,
las
comprensibles
excepciones.
Ese hecho, tan
conocido de
todos nosotros,
no es difícil de
comprender. Es
que el joven de
hoy fue el
anciano de ayer,
de existencias
que se fueron, y
por eso siente
naturalmente –
sin tener
recuerdo alguno
del pasado – que
tiene también
responsabilidad
por las manchas,
por los errores,
por los crímenes
que hicieron con
que la sociedad
terrena llegase
a la condición
en la cual nos
encontramos.
Sus aspiraciones
de cambio son
legítimas, pero
los desafíos y
los obstáculos
son muchos y
complejos.
¿Cómo revertir
el estado de
beligerancia que
caracteriza la
sociedad actual?
¿Cómo extinguir
la corrupción,
las
desigualdades,
los prejuicios?
¿Cómo implantar
la paz, la
fraternidad, la
convivencia
pacífica entre
los pueblos?
Ante tales
problemas es
fácil deducir
que no se trata
de tareas para
una única
generación, pero
para muchas. Es
necesario, sin
embargo, dar el
primer paso y en
ese sentido el
papel de la
juventud es de
la mayor
relevancia.
Como dice el
joven Victor
Abranches en
entrevista
publicada en
esta misma
edición, la
mocedad tiene
“la misión de
transformar el
mundo en
aspectos más
profundos, y al
mismo tiempo con
más sutileza,
que los cambios
que están
ocurriendo
debido a las
últimas
generaciones”. Y
tiene aún, según
él, “otra
grandiosa
misión: a de
preparar la
próxima
generación para
dar continuidad
a la evolución
de la Humanidad
y,
consecuentemente,
del planeta”.
(La entrevista
es uno de los
relieves de esta
semana. Vale la
pena leerla. He
aquí el enlace:
http://www.oconsolador.com.br/ano10/464/entrevista.html
)
Sobre los sueños
de la mocedad,
muchos de los
cuales fenecen
en poco tiempo,
generalmente
antes mismo de
su ingreso en la
fase de la
llamada madurez,
es bueno
acordarnos una
importante
lección
transmitida por
Emmanuel en su
obra Camino,
Verdad y Vida,
psicografada por
el médium
Francisco
Cândido Xavier:
Casi siempre los
que se dirigen a
la mocedad le
atribuyen muchos
poderes que los
jóvenes terminan
en franca
desorientación,
engañados y
distraídos.
Tenemos la
costumbre de
esperar de ellos
la salvación de
todo.
Concordamos con
sus vastas
posibilidades,
pero no podemos
olvidar que esa
fase de la
existencia
terrestre, es la
que presenta
mayor número de
necesidades en
el capítulo de
la dirección.
El muchacho
podrá y hará
mucho si el
espíritu
envejecido en la
experiencia no
desampararlo en
el trabajo.
Nada de nuevo
conseguirá
erigir, caso no
utilice los
méritos y los
esfuerzos que
les precedieron
las actividades.
En todo,
dependerá de sus
antecesores.
La juventud
puede ser
comparada a
esperanzada
salida de un
barco para viaje
importante.
La niñez fue la
preparación, la
vejez será la
llegada al
puerto.
Todas las fases
necesitan de las
lecciones de los
marineros
experimentados,
aprendiéndose a
organizar y a
terminar el
viaje con el
éxito deseable.
Es indispensable
amparar
convenientemente
la mentalidad
juvenil y que
nadie le ofrezca
perspectivas de
dominio
ilusorio.
Ni siempre los
deseos de los
jóvenes
constituyen el
índice de
seguridad en el
futuro.
La mocedad podrá
hacer mucho,
pero que siga,
en todo, “la
justicia, la fe,
el amor y la paz
con los que, de
corazón puro,
invocan el
Señor”.
(Camino, Verdad
y Vida, cap.
151.).
(La negrita es
nuestra.)
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