A
propósito de la
creación
de un
índice relativo
a
las obras
espiritas
Está circulando
en la red
mundial de
computadoras una
grave denuncia
que atribuye al
Consejo
Federativo
Nacional la idea
de instituir,
por sugerencia
de la Federación
Espirita
Brasileña, algo
semejante al
índice que
mancilló la
historia de la
Iglesia Católica
Apostólica
Romana.
Para los que por
ventura no
saben,
recordemos que
índice es la
palabra que
designa el
catálogo de los
libros cuya
lectura era
prohibida por la
Iglesia.
La denuncia, que
nos parece no
tener ningún
fundamento, se
basa en la
noticia de que
la Federación
Espirita
Brasileña (FEB)
estaría
inclinada,
finalmente, a
manifestarse con
relación a las
aberraciones y
tonterías que
están siendo, en
Brasil, echadas
en forma de
libros
supuestamente
espiritas o como
tales colocados
a la venta.
Es evidente que
nosotros de la
prensa espirita
jamás podríamos
apoyar la
creación de un
Índice espirita,
porque nadie
tiene el derecho
de impedir que
las personas
publiquen o lean
lo que bien
entiendan.
Instituir
cualquier cosa
parecida con eso
equipararía a
reeditar, en el
medio espirita,
uno de los
peores momentos
de la historia
de la Iglesia.
De suerte que,
no podemos
criticar el
propósito de la
FEB – o de las
federativas
estaduales – de
orientar el
movimiento
espirita acerca
del contenido de
las obras que
ellas entiendan
que estén
apartadas de la
doctrina
contenida en las
obras de Kardec,
Denis, Delanne,
Emmanuel y André
Luiz.
Tal iniciativa
no es solamente
un derecho, pero
constituye
también un
deber, que
debería haber
sido cumplido
hace mucho
tiempo.
En realidad,
nada impide que
las obras
mencionadas sean
analizadas por
especialistas
indicados por
las federativas,
colocándose
tales análisis
en el link de la
FEB a
disposición del
público lector.
Así, sin
cercenar el
derecho de
nadie, la
institución
estaría
cumpliendo uno
de sus papeles
de coordinadora
del movimiento
espirita
brasileño,
contribuyendo de
manera directa
para el
esclarecimiento
de los espiritas
y el
perfeccionamiento
de las propias
obras, porque
las editoras que
las publican
sabrían de
antemano que sus
productos
estarían, a
partir de ahora,
sometidos a la
criba de
terceros.
Este asunto trae
también a la luz
una antigua
cuestión que
dice respeto al
papel de la
prensa espirita,
que no puede más
omitirse e
ignorar los
problemas que
afectan el
movimiento
espirita, como
si todo en
nuestro medio
estuviese de
maravillas.
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