Continuamos con el
Estudio Metódico del
Pentateuco Kardeciano,
que focalizará las cinco
principales obras de la
Doctrina Espírita, en el
orden en que fueron
inicialmente publicadas
por Allan Kardec, el
Codificador del
Espiritismo.
Las
respuestas a las
preguntas presentadas,
fundamentadas en la 76ª
edición publicada por la
FEB, basadas en la
traducción de Guillon
Ribeiro, se encuentran
al final del texto.
Preguntas para debatir
A. El
Espíritu que animó el
cuerpo de un hombre
¿puede animar el de una
mujer en una futura
existencia?
B. La
reencarnación ¿fortalece
o destruye los lazos de
familia?
C.
¿Transmiten los padres a
los hijos, además de la
semejanza física, una
semejanza moral?
D. ¿Cómo
entender la existencia
de hijos malos?
E. ¿Cómo
se explican las
facultades
extraordinarias que
muchas personas tienen
de ciertos
conocimientos, sin
haberlos estudiado en
esta existencia?
Texto para la lectura
119. La
sucesión de existencias
corporales establece
entre los Espíritus
vínculos que se remontan
a existencias
anteriores; es de allí
de donde proceden con
frecuencia las causas de
simpatía entre nosotros
y algunos Espíritus que
nos parecen extraños.
(L.E., 204)
120. La
doctrina de la
reencarnación no
destruye los lazos de
familia. Ella los
extiende, al mostrarnos
que los lazos que unen a
los miembros de una
misma familia, basados
en afectos anteriores,
son menos precarios.
(L.E., 205)
121. Los
Espíritus son
frecuentemente atraídos
a tal o cual familia por
simpatía o vínculos
anteriores. (L.E., 206)
122. El
Espíritu del padre tiene
la misión de desarrollar
el alma de los hijos por
medio de la educación:
esto es una tarea para
él, y si falla será
culpable. (L.E., 208)
123. Un
Espíritu malo puede
pedir padres buenos, con
la esperanza de que sus
consejos lo conduzcan
por una senda mejor, y
muchas veces Dios se lo
concede.
(L.E., 209)
124. Los
padres pueden mejorar al
Espíritu del niño que
engendraron y que les
fue confiado; este es su
deber. Los hijos malos
son una prueba para los
padres. (L.E., 210)
125. Con
la muerte, el cuerpo es
destruido y el nuevo
cuerpo no tiene ninguna
relación con el antiguo.
Sin embargo, el Espíritu
encarnado se refleja en
el cuerpo, que es
modelado por las
cualidades del Espíritu,
y le imprime cierto
carácter, principalmente
en el semblante, siendo
verdadero decir que los
ojos son como el espejo
del alma. (L.E., 217)
126. Es
así que bajo una
envoltura más humilde,
puede encontrarse la
expresión de la grandeza
y la dignidad, mientras
que bajo el hábito del
gran señor se ve algunas
veces la de la bajeza y
la ignominia.
(L.E., 217)
127. Con
el cambio del cuerpo,
algunas facultades
intelectuales pueden
perderse, si es que se
ha deshonrado la
facultad haciendo mal
uso de ella. Una
facultad, por ejemplo el
gusto por la música,
puede también quedar
adormecida durante una
existencia, porque el
Espíritu quiere
ejercitar otra que no se
relacione con aquélla.
En ese caso, ella
permanece en estado
latente, para reaparecer
más tarde.
(L.E.,
220)
128. La
Doctrina Espírita es tan
antigua como el mundo;
por eso la encontramos
en todas partes, y ésta
es una prueba de su
veracidad. El Espíritu
encarnado, conservando
la intuición de su
estado de Espíritu,
tiene la conciencia
instintiva del Mundo
Invisible, pero casi
siempre ésta es falseada
por los prejuicios y la
ignorancia. (L.E.,
221-a)
Respuestas a las
preguntas propuestas
A. El
Espíritu que animó el
cuerpo de un hombre
¿puede animar el de una
mujer en una futura
existencia?
Sí. Son
los mismos Espíritus los
que animan a los hombres
y a las mujeres. Los
Espíritus encarnan como
hombres o como mujeres,
porque no tienen sexo.
Como deben progresar en
todo, cada sexo, como
cada posición social,
les ofrece pruebas y
deberes especiales y,
con ellos la oportunidad
de ganar experiencia.
Aquél que siempre
encarnase como hombre
sólo sabría lo que saben
los hombres.
(El Libro
de los Espíritus,
preguntas 201, 200 y
202.)
B. La
reencarnación ¿fortalece
o destruye los lazos de
familia?
Los
extiende, no los
destruye. Fundándose el
parentesco en afectos
anteriores, los lazos
que existen entre los
miembros de una misma
familia son menos
precarios. Esta Doctrina
aumenta los deberes de
la fraternidad, dado que
en vuestro vecino, o en
vuestro servidor, puede
encontrarse un Espíritu
a quien se estuvo unido
por los lazos de la
consanguinidad.
(Obra
citada, preguntas 205 y
206.)
C.
¿Transmiten los padres a
los hijos, además de la
semejanza física, una
semejanza moral?
No,
porque las almas o
Espíritus de unos y
otros son diferentes. El
cuerpo procede del
cuerpo, pero el Espíritu
no procede del Espíritu.
Entre los descendientes
de las razas sólo existe
consanguinidad. Las
similitudes morales que
suele haber entre padres
e hijos derivan del
hecho de que unos y
otros son Espíritus
simpáticos, atraídos
recíprocamente por la
semejanza de
inclinaciones.
(Obra citada, preguntas
207, 207-a, 208, 209 y
203.)
D. ¿Cómo
entender la existencia
de hijos malos?
No es
raro que un Espíritu
malo pida que le sean
dado buenos padres, con
la esperanza de que sus
consejos lo encaminen
por una senda mejor y
muchas veces Dios le
concede ese deseo. El
papel de los padres es
mejorar al Espíritu del
hijo que engendraron y
les ha sido confiado.
Los hijos malos son una
prueba para los padres.
(Obra
citada, preguntas 209 y
210.)
E. ¿Cómo
se explican las
facultades
extraordinarias que
muchas personas tienen
de ciertos
conocimientos, sin
haberlos estudiado en
esta existencia?
Recuerdo
del pasado. Progreso
anterior del alma, pero
del que ella no tiene
conciencia. ¿De dónde
quieres que procedan
tales conocimientos? El
cuerpo cambia, pero el
Espíritu no cambia,
aunque mude de
vestimenta. (Obra
citada, preguntas
219, 218,
218-a, 218-b y 220.)
|