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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 233 – 30 de Octubre de 2011

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 25)
 

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Dónde está escrita la ley de Dios?

B. Según la enseñanza espírita, Jesús es el tipo más perfecto que Dios ofreció al hombre para servirle de guía y modelo. Pues bien, considerando que Jesús enseñó las verdaderas leyes de Dios, ¿qué utilidad tiene la enseñanza que los Espíritus nos traen?

C. Para agradar a Dios y asegurar una buena posición futura, ¿basta al hombre no practicar el mal?

D. ¿Hay diversos grados en el mérito del bien que practicamos?

E. ¿En cuántas partes la enseñanza espírita divide la ley de Dios y cuál de ellas es la más importante?

Texto para la lectura

342. La ley natural es la ley de Dios y es la única verdadera para la felicidad del hombre. Ella le indica lo que debe hacer o dejar de hacer, y sólo es infeliz cuando se aparta de ella. (L.E., 614)

343. La ley de Dios es eterna e inmutable, como Dios mismo. (L.E., 615)

344. Dios no se equivoca. Son los hombres los que son obligados a cambiar sus leyes, por ser imperfectas. Las leyes de Dios son perfectas. La armonía que reina en el Universo material, y en el universo moral, se basa en leyes establecidas por Dios desde toda la eternidad.  (L.E., 616)

345. Todas las leyes de la Naturaleza son leyes divinas, porque su autor es Dios. El sabio estudia las leyes de la materia, el hombre de bien estudia y practica las del alma. El hombre puede profundizarlas, pero una sola existencia no basta para ello. (L.E., 617 y 617-a)

346. Entre las leyes divinas, unas regulan el movimiento y las relaciones de la materia inerte: son las leyes físicas, cuyo estudio pertenece a la Ciencia. Las otras conciernen especialmente al hombre en sí mismo y en sus relaciones con Dios y con sus semejantes: son las leyes morales. (L.E., 617, comentarios de Allan Kardec)

347. La razón nos dice que las leyes divinas son apropiadas a la naturaleza de cada mundo y adecuadas al grado de progreso de los seres que los habitan. (L.E., 618)

348. Los hombres pueden conocer la ley de Dios, pero no todos la comprenden. La comprensión varía según el grado de perfección que el alma haya alcanzado. (L.E., 619 y 620)

349. El verdadero profeta es un hombre de bien, inspirado por Dios. Podéis reconocerlo por sus palabras y por sus actos. Dios nunca se sirve de la boca del mentiroso para enseñar la verdad. (L.E., 624)

350. Las leyes divinas están escritas en todas partes, en el libro de la Naturaleza. Es por eso que sus preceptos fueron proclamados, en todas las épocas, por los hombres de bien y que sus elementos se encuentran, a pesar de incompletos o adulterados, en la doctrina moral de todos los pueblos salidos de la barbarie. (L.E., 626)

351. Es necesario que cada cosa venga a su tiempo. La verdad es como la luz: el hombre necesita habituarse a ella poco a poco; de lo contrario, se deslumbra. Jamás permitió Dios que el hombre recibiese comunicaciones tan completas e instructivas como las que hoy le son dadas.  (L.E., 628)

352. La moral es la regla para comportarse bien, esto es, la distinción entre el bien y el mal. Se basa en la observancia de la ley de Dios. El hombre procede bien cuando hace todo por el bien de todos, porque entonces cumple la ley de Dios.  (L.E., 629)

353. El hombre, cuando cree en Dios y quiere saberlo, tiene medios para distinguir por sí mismo lo que es el bien de lo que es el mal. Dios le dio para eso, la inteligencia. (L.E., 631)

354. Jesús dijo: Ved lo que quisierais que se os hiciese. Todo se resume en eso. Obrando así, nadie se equivocará en la distinción entre el bien y el mal. (L.E., 632)

355. La ley natural se aplica a todo: cuando coméis en exceso, verificáis que eso os hace mal. La ley natural traza al hombre el límite de sus necesidades. Si él lo traspone, es castigado con el sufrimiento. Si escuchara siempre la voz que le dice – basta, evitaría la mayor parte de los males, cuya culpa atribuye a la Naturaleza.  (L.E., 633)

356. ¿Por qué el mal está en la naturaleza de las cosas? ¿No podía Dios haber creado a la Humanidad en mejores condiciones? Respuesta: “Ya te dijimos: Los Espíritus fueron creados simples e ignorantes. Dios deja que el hombre elija el camino. Tanto peor para él si toma el camino malo: más larga será su peregrinación. Si no existiesen montañas, el hombre no comprendería que se puede subir o bajar; si no existiesen rocas no comprendería que hay cuerpos duros. Es necesario que el Espíritu adquiera experiencia; es preciso, por lo tanto, que conozca el bien y el mal. Es por eso que se une al cuerpo”. (L.E., 634)

357. La ley de Dios es la misma para todos; pero el mal depende principalmente de la voluntad que se tenga de practicarlo. El bien es siempre el bien y el mal siempre el mal. Solamente hay diferencia en cuanto al grado de responsabilidad. El hombre es más culpable cuanto mejor comprende lo que hace.  (L.E., 636 a 638)

358. El mal recae sobre aquél que lo causa. Así, quien es llevado a practicar el mal por la posición en que sus semejantes lo colocan, tiene menos culpa que aquellos que, así procediendo, lo ocasionaron. Cada cual será castigado no sólo por el mal que haya hecho, sino también por el mal que haya provocado. (L.E., 639)

359. Aquél que no practica el mal, pero se aprovecha del mal cometido por otro, es tan culpable como si lo hubiera realizado. Aprovecharse del mal es participar de él. (L.E., 640)

360. ¿Será tan reprensible desear el mal, como hacerlo? Respuesta: “Según. Hay virtud en resistirse voluntariamente al mal que se desea practicar, sobre todo cuando hay posibilidad de satisfacer ese deseo. Si no lo practica sólo por falta de ocasión, es culpable quien lo desea”. (L.E., 641)

361. No existe nadie que no pueda hacer el bien. Solamente el egoísta nunca encuentra  ocasión para practicarlo. No hay un día de la existencia que no ofrezca a quien no sea egoísta la oportunidad de hacerlo. Porque para el hombre, hacer el bien no consiste sólo en ser caritativo, sino también en ser útil en la medida de lo posible, todas las veces que su ayuda pueda ser necesaria. (L.E., 643)

362. Para ciertos hombres, el medio en el que se encuentran ubicados representa la causa principal de muchos vicios y delitos, pero aún allí hay una prueba que el Espíritu eligió, estando en libertad, llevado por el deseo de exponerse a la tentación a fin de tener el mérito de la resistencia. (L.E., 644)

363. Aún sumergido en la atmósfera del vicio, la atracción hacia el mal jamás es irresistible, por cuanto dentro del ambiente de vicio encontramos grandes virtudes. (L.E., 645)

364. El mérito del bien está en la dificultad de practicarlo. Ningún merecimiento existe en hacerlo sin esfuerzo y cuando nada cuesta. Dios tiene más en cuenta al pobre que comparte su único pedazo de pan, que al rico que sólo da lo que le sobra, dijo Jesús, a propósito del óbolo de la viuda.  (L.E., 646)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Dónde está escrita la ley de Dios?

En la conciencia. (El Libro de los Espíritus, preguntas 621, 621-a y 622.)

B. Según la enseñanza espírita, Jesús es el tipo más perfecto que Dios ofreció al hombre para servirle de guía y modelo. Pues bien, considerando que Jesús enseñó las verdaderas leyes de Dios, ¿qué utilidad tiene la enseñanza que los Espíritus nos traen?

A menudo, Jesús empleaba en su lenguaje alegorías y parábolas, porque hablaba conforme a los tiempos y lugares. Ahora es menester que la verdad se vuelva inteligible para todo el mundo; por eso, es necesario que aquellas leyes sean explicadas y desarrolladas, puesto que son tan pocos los que las comprenden y menos aún los que las practican. La misión de los Espíritus superiores consiste en abrir los ojos y los oídos a todos, confundiendo a los orgullosos y desenmascarando a los hipócritas y los que se revisten con el manto de la virtud y de la religión a fin de ocultar sus torpezas. (Obra citada, preguntas 625, 627 y 628.)

C. Para agradar a Dios y asegurar una buena posición futura, ¿basta al hombre no practicar el mal?

No. Le corresponde hacer el bien en el límite de sus fuerzas, porque responderá por todo el mal que haya resultado de no haber practicado el bien. (Obra citada, preguntas 630, 641 y 642.)

D. ¿Hay diversos grados en el mérito del bien que practicamos?

Sí. El mérito del bien está en la dificultad para practicarlo. Ningún merecimiento hay en hacerlo sin esfuerzo y cuando nada cuesta. Dios tiene más en cuenta al pobre que parte con otro su único pedazo de pan, que al rico que sólo da lo que le sobra, dijo Jesús, a propósito del óbolo de la viuda. (Obra citada, preguntas 643 y 646.)

E. ¿En cuántas partes la enseñanza espírita divide la ley de Dios y cuál de ellas es la más importante?

En diez partes, tal como Moisés la dividió con miras a abarcar todas las circunstancias de la vida, lo cual es esencial. La última parte – la ley de justicia, amor y caridad – es sin embargo, la más importante por ser la que permite al hombre adelantar más en la vida espiritual y porque resume todas las otras. (Obra citada, preguntas 647 y 648.)

 

 

 

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Revista Semanal de Divulgación Espirita